Comienza a ser cansino el mensaje que habla de la necesidad de adaptar las empresas a los tiempos tan cambiantes que nos toca vivir y que el éxito futuro pasa por saber mantener esa capacidad de adaptación. Pero, ¿qué son las empresas? Las empresas son "entes etéreos", organismos intangibles en torno a las cuales se agrupan una serie de personas para alcanzar un fin común. Y siendo esto así, lo correcto no sería decir que "las empresas tienen que adaptarse..." sino más bien "las personas que trabajan en las empresas tienen que adaptarse a los tiempos tan cambiantes". En concreto, los primeros que deben adaptarse al momento tan vertiginoso son los directivos, de cuyo acierto en la toma de decisiones dependen los designios de toda la organización. Hoy me referiré a una de las cualidades más importantes que deben tener este tipo de personas para tener éxito: ser resolutivos.
Soy de los que creo que la toma de decisiones pausada y meditada pasó a mejor vida y que hoy se necesitan personas que resuelvan problemas y tomen decisiones con prontitud. Y aclaro, "prontitud" es una palabra diferente a "precipitación". La dificultad estriba precisamente en eso, en encontrar personas que tengan una mente ágil y "bien amueblada", capaces de tomar decisiones de forma rápida y coherente sin que resulten decisiones precipitadas que deban ser rectificadas al poco de aplicarse. Hay que pensar con claridad y prontitud: el tiempo es oro y los rivales van a toda velocidad.
Cuando echo la vista atrás y recuerdo mi etapa en alguna gran multinacional del sector farmacéutico entiendo el porqué de muchos errores estratégicos que se cometían. Aquellos mastodontes organizativos basados en rígidas estructuras jerárquicas y piramidales lo tienen complicado para adaptarse a tiempos tan cambiantes. La toma de decisiones es lentísima; desde que se detecta un problema (supongamos, la aparición de un nuevo competidor) hasta que se resuelve tomar alguna acción, pasan meses. Primero se transmite la información peldaño a peldaño, luego se forma un comité ejecutivo para analizar el caso y cómo va a afectar, después se discuten las posibles propuestas, luego se decide, luego se trasladan las directrices hacia abajo... y cuando se implementan las acciones el nuevo rival ya "comió" una buena cuota de mercado. Para colmo, muchas de las personas que integran ese tipos de organizaciones son personas de "buen talante", diplomáticas, que su posición jerárquica se la deben a terceras personas. Como no tienen experiencia ni capacidad para resolver problemas, sus soluciones pasan por derivar las cuestiones por la cadena de mando hacia arriba y dejar que decidan otros. Este tipo de personas son las que lo tienen complicado en los momentos actuales dado que su falta de capacidad para resolver puede convertirse en un verdadero problema para las organizaciones para las que trabajan.
En muchos lugares se habla de eliminar esos organigramas exageradamente verticales e ir hacia estructuras más planas, en donde los directivos ocupen el centro del espacio y tengan muy cerca de sí al resto de personas de su equipo. En este tipo de estructuras la cooperación y la resolución de problemas se convierten en una rutina que se ejecuta con suma facilidad y rapidez, mejorando la posición competitiva de la empresa frente a los rivales. Las compañías de hoy en día no se pueden permitir el lujo de divagar ni de aplazar soluciones. Sus directivos deben ser ágiles y eficaces en la toma de decisiones a sabiendas que cualquier demora puede pasar una alta factura. Y mi impresión es que no abundan demasiado los ejecutivos con estas cualidades, sino que todavía existen demasiados directivos "diplomáticos y de buen rollito".
En definitiva; se habla mucho de capacidad de liderazgo, visión de negocio, etc. Sin quitar importancia a esas competencias, creo que no podemos obviar que el éxito del futuro depende de la adaptación a los tiempos tan cambiantes y que la mencionada capacidad de adaptación requiere saber tomar decisiones rápidas y sensatas. Por encima de todo, necesitamos directivos resolutivos.
Todos hablamos de empresas "resolutivas", que puedan tomar decisiones y ejecutarlas en un espacio de tiempo muy pequeño.
ResponderEliminarPero, nadie habla de un mastodonte organizativo que es la administración de Europa. En España tenemos a los Ayuntamientos, Comunidades Autónomas, Gobierno con el Congreso y el Senado y en Bruselas otras tantas caparas parlamentarias.
Las decisiones económicas se toman en "Europa", y aquí estamos incluyendo en la Constitución, Leyes. Las decisiones que ya han sido tomadas en Europa, tardan mucho en ser ejecutadas. Europa nos mira los presupuestos, les mandamos información, y ...
Me pregunto, ¿porque no quitamos el Congreso y el Senado?, solo sirven para retrasar la ejecución de las ordenes que se toman en Europa, y las Comunidades Autónomas y los Ayuntamientos.
En Europa esta el poder y quien tiene el poder lo ejerce.
Los políticos son parte del problema, porque no eliminamos esos organigramas exageradamente verticales e ir hacia estructuras más planas.
Pues sí tienes razón en cuanto a la falta de resolución de la administración pública, pero el problema es que es complicado de resolver porque cualquier parecido con una verdadera "empresa" es pura casualidad. Ahí dejo expuesto tu comentario por si alguien quiere apostillar algo más.
ResponderEliminarUn cordial saludo
JJ