Ayer les hablaba de lo penoso que me resulta observar como muchas empresas están abocadas al cierre, no por culpa de una mala gestión, sino por decisiones demasiado "alegres" de unos gestores públicos que ahora, para colmo, se echan las manos a la cabeza y se lamentan por como van las cosas. Les decía que hay muchas empresas que tienen serios problemas de viabilidad por culpa de sus altos índices de morosidad, siendo la Administración Pública (en todos sus estamentos) quien no paga las facturas. Seguiré con mi disertación.
Recientemente saltó la noticia de que se iba a penar con cárcel a aquellos gestores que despilfarraran el dinero de los ciudadanos. Se trata, ni más ni menos, que de castigar a quien hace mal su trabajo, algo que ya viene existiendo de siempre en la empresa privada. ¿Verdad que si un trabajador se manifiesta como incompetente para cierto desempeño, rápidamente es despedido por sus jefes? No puede llamarnos entonces la atención que quien ejerce un puesto público y lo hace nefastamente mal, también deba soportar de algún modo las consecuencias de su ineptitud. No haberlo hecho hasta ahora nos condujo a una situación inaguantable: por España adelante hay docenas de alcaldes, ministros, presidentes de comunidades autónomas, etc. que, primero, gastaron el dinero en cuestiones que no aportaban nada a la comunidad y, después, ante la falta de dinero en la caja, dejaron de pagar las facturas y provocaron el cierre de muchas empresas y el despido de cientos de inocentes trabajadores. ¿Y ahora qué hacemos?
Establecer normas sobre el buen funcionamiento de la cosa pública me parece una medida de higiene social. Y ni siquiera me parece un despropósito amenazar con la cárcel a quien sea un incompetente y despilfarre nuestro dinero. Habría que tomar las debidas precauciones para diferenciar entre errores "comunes" y errores debidos a la ineptitud, cosa que no es fácil hacer, pero una vez delimitada la frontera, las medidas penales ejercen un interesante efecto disuasor que no podemos obviar. Lo explicaré.
La política se caracteriza por ser un "espacio" en el que medran los amiguísimos y las relaciones personales por encima de la profesionalidad de los aspirantes a mandatarios. No es difícil encontrarnos con camareros gobernando Ayuntamientos o personas sin cualificación profesional alguna ocupando altos cargos en la administración. "De esos polvos vinieron estos lodos", que dice el refrán. ¿Qué podemos esperar de unos dirigentes ineptos, sin experiencia ni conocimiento alguno sobre gestión? Pues lo que ya sucedió: que en época de bonanza se gastan el dinero de los contribuyentes en juergas y dislates y luego no hay fondos ni para apoyar al tejido productivo ni, lo que es gravísimo, para pagar a los proveedores de los servicios (¡¡empresas!!).
Que cualquier aspirante a gobernarnos sepa que su ineptitud puede ser castigada con la cárcel debería ser una medida disuasoria para que alguno se lo piense dos veces. Con que nos libremos de un pequeño porcentaje de incompetentes, ya habremos ganado mucho como sociedad.
Vuelvo al tema del inicio. Es muy lamentable que en los cajones de los ayuntamientos "descansen en paz" miles de facturas de pequeños empresarios, quienes -para colmo- tuvieron además que llevar los impuestos a las arcas públicas so pena de ser sancionados por no hacerlo. ¡¡Qué ágil es la Administración para recaudar!! Y qué pena que el empresario no pueda hacer lo mismo con similar facilidad. Porque detrás de ese empresario que no cobra hay docenas de dramas familiares, comenzando por las familias de los trabajadores que ven peligrar su empleo. Lo cabreante es descubrir que el origen de este drama es un gobernante que vive a cuerpo de rey y cuya ineptitud es la responsable de miles de ciudadanos que ahora están en el INEM. Ese mismo gobernante que sigue feliz en su puesto, inconsciente de su responsabilidad en la generación del problema y diciendo, día tras día, que está preocupado por la situación del país y que quiere promover medidas para solucionarlo. Así de triste y así de crudo.
Un cordial saludo
Juan José
De acuerdo totalmente con este articulo, los ciudadanos financiamos
ResponderEliminaresta ineptitud obligadamente, ya que si no pagas tus impuestos, multazaal canto...pero que podemos hacer, ademas de resignarnos???
Nosotros podemos hacer poco, Diego. Realmente habría que regular el modo de acceso a los cargos públicos y conseguir que se basen en unas mínimas competencias profesionales que garanticen cierto conocimiento de lo que van a llevar a cabo. Aun así no estaríamos libres de que llegaran incompetentes al poder, pero minimizaríamos la situación.
ResponderEliminarEl problema está en que los únicos capacitados para poner leyes regulatorias son los propios políticos, los mismos que se están beneficiando de la ausencia de trabas formales para llegar al poder. ¿Es posible que ellos mismos se autorregulen? Complicado, la verdad. Y más en un país en donde existe tanta falta de ética personal.
Gracias por tu aportación, Diego, y un cordial saludo
JJ