Empleados 2.0 versus jefes 0.2


Pongámonos un instante en el lugar de la sociedad de hace un siglo. ¿Cómo eran los empleados de aquel entonces? Estábamos en una sociedad con enormes carencias formativas y, en consecuencia, un alto nivel de analfabetismo. Las personas se ponían a trabajar tan pronto como tenían oportunidad de hacerlo, y esto sucedía a los 8, 10, 12 años en muchos casos. Con personal tan pobremente cualificado, la labor de los jefes era enseñarles a hacer las cosas y controlar que las hicieran conforme a lo aprendido. Funcionaban bien los métodos propuestos por Taylor, basados en observar a aquellos trabajadores que mejor hacían cierta tarea y enseñarles a los demás la técnica que utilizaban (descomponiéndola incluso por movimientos), todo lo cual redundaba en una mejora del desempeño del empleado, un aumento de su productividad y una mejora general de la competitividad de la empresa. Pero no solo eso; los empleados se sentían motivados y agradecidos hacia quien les ayudaba a prosperar profesionalmente, y todo esto explica los buenos resultados que ese modo de gestión de las personas tuvo en aquel momento y en la prosperidad que, como sociedad, se alcanzó en la primera mitad del siglo pasado.

¿Y en dónde estamos ahora? Estamos justo en el punto contrario. La sociedad facilitó que las personas pudieran cursar estudios independientemente de su nivel económico y de su condición social. Hoy hay universidades en casi todas las ciudades y la política de becas, aunque muy mejorable, facilitó el acceso a los estudios a personas con pocos recursos. Ante tanta oferta de personal bien cualificado como tenemos hoy, las empresas no tienen reparos en elegir a aquellos que mejor formación poseen; lo hacen, incluso, para ocupar puestos que no requieren tal nivel de cualificación, llegándose a la paradoja de que hoy tenemos personas sobrecualificadas para el desempeño que se le demanda. Los empleados saben más que los jefes, en muchísimos de los casos.

Lo curioso es que los métodos de gestión que aplicamos con estos empleados de hoy en día, son prácticamente los mismos que usábamos hace cien años con personas de muy baja cualificación profesional: mandar hacer y controlar que hagan, aplicando medidas correctivas y disciplinarias contra aquellos que se "salgan del camino trazado" por las estrictas normas corporativas que los jefes se encargan de hacer cumplir. ¡¡Impresionante!!

Hagamos una analogía; la cualificación de los empleados evolucionó en 100 años una enormidad, pasado del 0.2 al 2.0; por contra los métodos de gestión del trabajador, con honrosas excepciones, siguen siendo 0.2. Sólo se salvan algunas empresas que supieron entender la nueva situación y aplican el modelo "liderazgo" con inteligencia, sumando además conceptos de coaching muy útiles para la gestión del talento. Sacando estas excepciones, lo que predomina en la empresa en general son empleados 2.0 dirigidos por jefes 0.2 ¿Les extraña que las organizaciones tengan los enormes problemas que tienen a día de hoy para evolucionar y adaptarse a las enormes exigencias del momento?

No tiene nada de raro; las personas son los "recursos" más valiosos con los que cuentan las compañías para competir en un momento en el que la innovación se hace vital. La innovación proviene de las ideas de las personas, y particularmente de las personas con talento, esas que piensan nuevos modos de hacer las cosas y encuentran el camino. La gestión del talento es, por lo tanto, una prioridad para las organizaciones. Pero claro, ¿qué sucede cuanto tenemos personas muy bien cualificadas y las dirigimos mediante la premisa "haz lo que te digo, que no te pagamos para pensar"? Pues que inhibimos el talento y quemamos a los individuos. Y en esas estamos.

Esta sociedad requiere un cambio radical en la gestión del personal; no tiene sentido haber avanzado una barbaridad en la formación de la gente para luego seguir dirigiéndolos son métodos de ¡¡hace 100 años!! Las empresas necesitan entender ya estos enormes cambios y adaptarse a lo que toca. Por finalizar con el titular del artículo, diré que no tiene ningún sentido incorporar empleados 2.0 para que sean dirigidos por jefes 0.2. Por desgracia, eso es lo que sucede todavía en muchas de las empresas. ¿Hasta cuándo?

Un cordial saludo

4 comentarios:

  1. Hola buenos días. Soy profesora de FP y alguna vez he realizado un comentario en tu blog, el cual me parece muy interesante. Hoy has tocado una fibra sensible. Aunque soy funcionaria, en al Administración ocurre igual: el facor humano es el importante, y creo que no se valora lo suficiente.
    En las clases ocurre igual: el niño abre el libro y el profesor le cuenta.......
    Un saludo

    ResponderEliminar
  2. Gracias por tu intervención. Estoy totalmente de acuerdo en que el factor humano es el importante, y esto lo justifico siempre que tengo oportunidad de dar formación sobre liderazgo. Se debe a un cambio histórico en la sociedad que todavía muchísimas empresas no comprendieron y, mucho menos, asumieron. Hago un inciso: cuando hablo de empresas no excluyo a la administración pública, para la cual se cumplen muchas de las cosas que detallo en mis artículos.

    El cambio del que hablo es el de pasar de un "mercado" en el que la demanda de productos superaba a la oferta generada por las empresas, que era lo que sucedió hasta finales del siglo pasado, a un mercado en el que hay mucha más oferta que demanda, sea del producto que sea. Si antes lo importante era producir para abastecer a unas personas que demandaban productos y esa tarea las máquinas y la tecnología eran la principal herramienta de competitividad (quedando las personas al servicio de las máquinas), ahora ya no interesa tanto producir como "seducir", esto es, lograr que los consumidores opten por nuestro producto de entre la ingente oferta que tienen a su alcance. Y la "seducción" ya no la pueden conseguir las máquinas, sino las personas. Y además, no unas personas cualquiera, sino las personas con talento.

    El talento sirve para encontrar propuestas de valor diferenciales, que son las que inclinan la balanza en favor de uno u otro producto y las que determinan, por extensión, el éxito de las empresas. Gestionar el talento de las personas se torna la tarea más importante de cara al futuro, y para ello debe evolucionar el modo de hacerlo. Esa era la esencia de este artículo, intentar que los que tienen responsabilidad en el trato humano dejen de ser "0.2" y pasen a ser, como mínimo, "2.0" para estar así igualados con sus empleados (como mínimo).

    En fin, es un tema demasiado denso y apasionante, sobre el que me echaría horas hablando. Me gustaría tocar también el tema de la educación, y no descarto hacerlo en un próximo artículo que creo que es más pertinente que hacerlo aquí, en este comentario.

    Muchísimas gracias por seguir mis escritos y un fuerte abrazo

    Juan José

    ResponderEliminar
  3. Aplicando un símil futbolístico, lo que vienes a decir (y estoy de acuerdo) es como si un equipo de fútbol de primer nivel escoge a un entrenador de 3ª división. Todo el talento del grupo quedará desaprovechado.

    Si algo tan básico a veces no lo entienden los presidentes de clubes, mucho menos un directivo de empresa, donde el talento no se considera tan determinante.

    ResponderEliminar
  4. Muchas gracias. Tu ejemplo es perfecto y además se entiende muy bien, porque de otra no sabremos en España, pero de fútbol...

    Gracias por leerme y un cordial saludo

    ResponderEliminar