Iba empezar esta nueva etapa con un artículo reflexivo similar a los que vengo escribiendo desde hace tiempo, pero me parecía un poco “frío” comenzar el año de un modo tan rutinario sin hacer antes algún preámbulo o marcar mis propósitos para el presente ejercicio.
Es por ello que decidí dedicar cinco minutos a echar un vistazo hacia atrás y dejar que afloraran a mi memoria los recuerdos profesionales de 2010 a sabiendas que aquellos que “reflotaran” serían los que realmente me marcaron y los que deben estar presentes a la hora de fijar propósitos para este 2011 recién iniciado. De todos ellos, hay una frase que mantengo tremendamente fresca en mi memoria y sobre la que realizaré mi primera disertación del año. Dice así:
Desconozco de quién es la frase, pero yo la escuché en una conferencia de Juan Carlos Cubeiro (a quien ya mencioné varias veces). Puede parecer una frase negativa, que aconseja desconfiar de los demás, y ciertamente así es. Para mí fue una frase tremendamente importante porque fue el punto de partida para ahuyentar viejos fantasmas e iniciar la actividad que mantengo a día de hoy. Es, por lo tanto, un frase negativa –cierto- pero que me dio la patada en culo que yo necesitaba para despertar de una pesadilla. Me explicaré.
En 2010 aprendí que las empresas están llenas de personas egoístas que no tienen ningún reparo en presentarse ante los demás cargados de promesas y bondades con tal de alcanzar sus metas personales. Directivos que prometen desarrollo profesional con tal de tener motivado a quien consideran valioso para el negocio y poder así retenerlo (mientras siguen explotando su capacidad), pero que el día que ese iluso empleado descubre que las promesas eran castillos de humo y decide tomar las de “Villadiego” no tienen ningún reparo ni vergüenza en reconocer que nada de aquello había de cierto. Simples mentiras que únicamente buscaban engañar a los demás y tenerlos “entretenidos”. (Ver artículo: CASI ME MATAN)
Descubrir esto es tremendamente duro, máxime para una persona que siempre creyó que lo natural es la confianza, NO la desconfianza. Los seres humanos nacemos confiados (¿por qué no vamos a serlo?) y es la propia vida la que nos enseña a base de tortazos a cambiar esa actitud natural y volvernos desconfiados hacia los demás. Yo tardé “taitantos” años en darme cuenta, pero lo hice al fin y al cabo. Desde ese momento aplico con más frecuencia que antes la frase arriba señalada (“Yo solo creo en Dios, para el resto enseñadme datos”) y trato de creer solamente en aquello que muestra visos de verosimilitud.
En lo que a desarrollo profesional respecta, aplicar esta premisa sirvió para tomar conciencia que si de alguien depende nuestro futuro es de nosotros mismos. Todo lo demás son creencias que en cualquier momento se pueden desvanecer. Tratando de convertir en positiva una frase de por sí bastante negativa, en este primer artículo del año quiero animar a los que me leen a que se marquen como propósito trabajar para ellos mismos, dejar de confiar en los demás y poner todo ese empeño e ilusión en confiar en sí mismos, en sus posibilidades. No puede ser que el futuro de la gente dependa de terceras personas. Es correr un alto riesgo de llevarse chascos y pararse profesionalmente, o de quemarse (que es peor). Cada uno debe asumir las riendas de su vida, encontrar sus puntos fuertes, sopesar sus posibilidades, cubrir sus carencias en aquellos ámbitos en los que sea posible… ¡¡e invertir en ellos mismos!!
Está bien tener mentores y personas que nos apoyan, faltaría más. Pero todo eso debe ser “a más a más”, que dicen los catalanes. Si falla la apuesta por uno mismo, el resto se convierte en una cuestión de azar y decisión de terceros. Estaremos “vendidos” y a expensas de lo que otros quieran hacer con nuestra vida profesional.
Comienzo este ejercicio con el firme propósito de seguir desarrollándome a mí mismo en un montón de áreas en las que sé que debo mejorar, quiero seguir compartiendo con todos mis lectores todo el conocimiento que vaya incorporando a mi bagaje, y les animo, en definitiva, a que se convenzan que el futuro de todos y cada uno de ustedes está es sus manos y en su mente. Pónganla a trabajar para ustedes. El resto de personas que conocen ya lo hacen para ellos mismos, no para usted.
Un fuerte abrazo y feliz 2011
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Feliz Año Joanillo;
ResponderEliminarLa confianza es una cuenta bancaria emocional, la cual hay ingresos y reintegros. Tenemos y necesitamos un equilibrio en la balanza o que la misma se sitúe del lado de los ingresos emocionales.
Somos seres humanos. Y nuestra esencia, para nuestro funcionamiento diaria óptimo, tanto a nivel personal como profesional, nos es necesaria dicha cuenta de ingresos emocionales para tener una gran confianza, y actuemos en consencuencia, tal y como comentas, en busca de nuestros sueños, objetivos o metas.
El liderazgo de nosotros mismos, tiene como uno de dichos factores la confianza, para que independientemente lo que hagan y digan los demás, podamos salir de nuestro círculo de influencia y abordar nuestra visión y metas.
Excelente discurso compañero, por el mensaje que conlleva. Ver como tomando una decisión al respecto, al alejado de tu vida todos los fantasmas, y aunque no todo sea de color de rosas, estás orientado y enfocado, a aquello, que consideras tu misión.
Un abrazo.
Luis Ignacio
Hola Joanillo,
ResponderEliminarYo sigo pensando lo que pensaba en 2010, me alegro de haberte e-conocido, precisamente por eso porque eres altruista, y uno de los defensores de win-win, ahora una cosa es ser altruista y otra es que te tomen por tonto, es decir coincido con tu conclusión. Colaborar para ganar y avanzar sí, para ponerse medallas a tu costa y aprovecharse no.
Un abrazo,
Marga Moya
Hola Luis; hola Marga;
ResponderEliminaros respondo en "conjunto" (espero que no os parezca mal). Lo primero es daros la bienvenida a esta vuestra pizarra, que está a vuestra disposición para decir lo que os venga en gana y que me servirá a mí para contrastar puntos de vista.
Lo segundo es deciros que a pesar de mi mensaje un tanto provocador, en el fondo sigo siendo -casi- el mismo que en 2010. He aprendido cosas, como todo el mundo, y algunas de ellas me han hecho evolucionar. No obstante hay valores muy arraigados que son difíciles de mover. Sigo creyendo que la confianza es el pilar fundamental sobre el que construir relaciones sólidas y, me temo, que seguiré cometiendo el mismo ¿error? de confiar siempre en la palabra de la gente. A pesar de mis chascos y aun siendo cierto que ahora ya creo menos en los demás y más en mí mismo. Lo que quería transmitir en mi artículo de hoy era precisamente eso: animar a la gente en que no sea tan ilusa (que no es lo mismo que ir por la vida desconfiando de los demás)y sí confíe más en sí misma para alcanzar las metas que se propongan.
De todos modos y aprovechando un comentario de Oscar Fernández en mi perfil de linkedin, diré que gracias a todos estos sucedidos hoy estoy donde estoy y tengo conmigo a un grupo de grandes amigos ("e-amigos" que diría Marga, je je)que jamás hubiera llegado a conocer si las cosas fueran de otro modo. ¡¡Bienvenidas sean las desdichas si la consecuencia final es esta!!
Un fuerte abrazo a los dos