Me apetece hablar de emociones, y sobre todo de una que es considerada básica y “negativa”: el miedo. Voy a tratar de cambiarles sus paradigmas y hacerles ver lo importante que es tener miedo y por qué esta emoción es la semilla de la evolución del pensamiento.
El miedo es el mecanismo que nos alerta de los peligros y nos permite desarrollar soluciones alternativas. Las personas inteligentes saben gestionar el miedo a su favor. Imaginemos un emprendedor a punto de tomar la decisión de iniciar un negocio al que, de repente, le entra el miedo al fracaso. Si se trata de una persona sin recursos, automáticamente se bloqueará y no sabrá como afrontar ese temor. Echará su idea por tierra. Por lo contrario, si es una persona que gestiona con inteligencia esa emoción, encontrará un montón de argumentos para seguir adelante con paso firme y con fuerzas renacidas.
¿A qué tengo miedo? es la primera pregunta que conviene hacerse. Saldrán una serie de respuestas muy interesantes: a que no vengan clientes, a que no pueda afrontar el préstamo bancario en el que me tengo que meter, a no saber contratar personal eficiente y que ello me genere problemas, etc. ¡¡Estupendo!! Ya tenemos los elementos que buscábamos para proponer soluciones.
Partiendo de esos miedos, el gestor inteligente busca alternativas para evitar que acontezcan las situaciones que le generan pavor. Diseñará un plan de marketing más preciso que disipe –en parte- la incertidumbre sobre la gestión de clientes. Se replanteará las fuentes de financiación para evitar caer en las “garras” de los bancos: “¿angel business? ¿avales de instituciones? ¿empresas de capital-riesgo? Alternativas que probablemente no hubieran surgido si el miedo no fomentara la reflexión. Estamos viendo, en consecuencia, que el pánico es la gasolina que pone en funcionamiento el cerebro en aquellas personas que tienen “inteligencia emocional” y no se dejan derrotar por sus sensaciones negativas.
Desde pequeños venimos usando el miedo como elemento “incentivador”. ¿Quién no tuvo alguna vez miedo a suspender un examen y eso le forzó a meter horas extra encima de la mesa? ¿Qué hubiera pasado sin esas horas extra? En mi caso concreto, recuerdo ciertas situaciones complicadas -tales como hablar en público para un auditorio de 50 profesionales más cualificados que yo- en las que el miedo a meter la pata me obligó a prepararme a conciencia la ponencia, de tal modo que las cosas salieron francamente bien. ¿Qué hubiera pasado sin ese “empujón” que me dio el miedo? Un fiasco.
Lo importante es aprender a NO bloquearse ante situaciones que nos generan temor y, en su lugar, poner la mente a trabajar en la búsqueda de soluciones. Todas esas alternativas que surjan en ese periodo de reflexión serán nuevas oportunidades que –seguramente- antes no habíamos contemplado. Es más, algunas de ellas pueden incluso ser mejores que la primera decisión que habíamos tomado.
Mi consejo de hoy es que no tengan miedo a tener miedo. Gracias a esta emoción su mente se pondrá a trabajar en soluciones imaginativas que contrarresten las posibilidades de fracaso. Sean inteligentes y aprendan a gestionar el miedo a su favor. Recuerden que “el mundo es de los que NO se acobardan”. ¿Es usted uno de ellos?
Un abrazo
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El miedo es nuestro compañero toda la vida.
ResponderEliminarNacemos llorando ante un entorno hostil y morimos , si estamos coscientes,temblando ante un más allá incierto. Y en el interín tememos al maestro, al chulo del barrio, al guardia de tráfico, a no tener trabajo, a trabajar demasiado,al frio,o al calor. Queremos ser libres y si nos dan cierta libertad tenemos miedo a no saber que hacer con ella.Ya lo decía Erich Froom.
Y yo creo que quien renuncie a su libertad a costa de su seguridad , perderá ambas.
No nos dejemos atenazar por los miedos inducidos. Seamos conscientes de nuestros valores y de nuestro valor.Somos capaces y el futuro de nuestros hijos va en ello.
Bravo. Brillante artículo sobre como tornar una emoción negativa en la gasolina que te lleva a superarte a tí mismo.
ResponderEliminarMuy instructivo, Juan José.
Un saludo,
M. Cristina Cortés
http://blognegociosdinero.com
Gracias a tí, Cristina. Lo que sucede es que aunque eso sea así, mucha gente es incapaz a reaccionar ante él. Gestionar el miedo no es tarea fácil y además desde pequeños nos inhiben nuestra capacidad de respuesta al sobreprotegernos. Si vencemos esta resistencia (con ayuda si es el caso) tendremos un "buen surtidor de gasolina", como tú bien defines.
ResponderEliminarUn abrazo
Hola Joanillo,
ResponderEliminarSí, soy una de ellas :-)....miedo a la realidad, miedo a la libertad, miedo al conocimiento....hemos de aprender y conocer... a nosotros mismos y a los otros para superarlos, y dejar de lado el estancamiento y/o la pasividad.
Un abrazo
Carles:
ResponderEliminargracias por tu disertación tan real y bien narrada. No se me ocurre nada que apostillar.
Un fuerte abrazo y gracias por leerme
Hola Marga:
ResponderEliminarel miedo es una balanza de dos platillos; por un lado nos protege frente a las amenazas porque nos obliga a estar alerta y buscar respuestas; pero, por el otro lado, cuando sobrepasa ciertos límites o no sabemos gestionarlo adecuadamente, se vuelve en patológico y bloquea nuestra capacidad de reacción. He aquí el problema.
¿La solución? La que tú describes: tenemos que aprender a "manipularlo", y ello pasa por un profundo conocimiento de nosotros mismos. ¡¡Muy acertado tu comentario!!
Un abrazo