LIDERAZGO: ANTE TODO MUCHA CALMA

Recordaba vagamente la historia de aquel avión que en enero de 2009 tuvo que hacer un aterrizaje de emergencia en el río Hudson, pero la semana pasada Robert Dilts (uno de los gurús mundiales del coaching) nos dio más detalles del suceso en unas jornadas celebradas en Santiago de Compostela a las que tuve oportunidad de asistir.

Lo que sucedió fue lo siguiente: cuando el avión estaba tomando altura, una bandada de aves se atravesó en su ruta y los motores los absorbieron, provocando daños irreversibles que derivaron en la parada de ambos motores. La torre de control solicitó al piloto que regresara a tierra pero, dada la distancia al aeropuerto, ni siquiera esa maniobra era posible. El piloto tuvo que ingeniárselas como pudo para tomar una decisión que salvara las vidas de docenas de personas, y esa decisión tenía que tomarse además en segundos. La única alternativa era el amerizaje, y eso fue lo que sucedió con el resultado que ya conocemos: sólo 2 heridos.

El piloto fue tildado de héroe nacional por su excelente maniobra y fue entrevistado en varias cadenas de televisión. La pregunta del millón era: ¿cuál fue la clave del éxito en aquellos segundos tan angustiosos? Y la respuesta fue: el control del pánico. De hecho, cuando en otros programas preguntaban a los miembros de la tripulación cómo se habían sentido, la respuesta era que habían estado totalmente tranquilos al ver que el piloto no mostraba ningún nerviosismo. Al preguntarle a los pasajeros se repetía la respuesta: “nosotros estábamos totalmente tranquilos porque veíamos a la tripulación también muy tranquila”. Y finalmente el piloto reconocía: “yo pude mantener la calma porque veía a todo el mundo muy tranquilo”. Un círculo virtuoso.

Traslademos este pasaje a la empresa. Los líderes demuestran su grandeza también en la adversidad. Liderar a favor de corriente suele ser fácil; el clima acompaña, los resultados también, suele reinar el optimismo, no hay tensión extrema…; lo complicado es hacerlo “en contra de los elementos”, y ahí es cuando afloran los verdaderos líderes.

Existen cientos de libros que hablan de las cualidades de un líder y sería un absurdo dedicarme aquí a enumerarlas o a hablar de todas ellas. Pero aprovechando el ejemplo del piloto, quiero disertar un poco sobre el control del pánico. ¿Os imagináis qué hubiera pasado en aquel avión si el piloto se pusiera nervioso y se bloqueara mentalmente? Estaríamos hablando de docenas de muertos. En la empresa pasa lo mismo: ¿cuántos “cadáveres” dejan tras de sí ciertos supuestos líderes cuando se ponen nerviosos ante la adversidad? El nerviosismo en la empresa suele traer nefastas consecuencias. Un líder que se ponga nervioso corre el riesgo de tomar decisiones equivocadas, precipitadas, que no hagan otra cosa más que complicar la situación. Aconsejar calma en situaciones críticas lo hace cualquiera. Pero llevar a la práctica esa recomendación sólo está al alcance de unos pocos, y por ello quizá escaseen tanto los líderes. Usando una frase popular muy conocida, “vísteme despacio que tengo prisa”.

Otra práctica habitual de algunos supuestos líderes es buscar culpables para arrojarlos a la pira. Siempre aparece alguno “que pasaba por allí” y que es la excusa perfecta para ir demorando las decisiones que no se saben tomar. Esta es otra práctica que permite distinguir si estamos ante un verdadero líder o ante un líder de cera a punto de derretirse.

Las situaciones adversas traen incertidumbre, y esta incertidumbre pone muy nervioso a la gente. Si escalamos por la pirámide empresarial, a más altura más riesgo de perder cosas valiosas. A todos nos duele perder el puesto de trabajo, pero imaginaros lo que tiene que doler cuando ese puesto es considerado de “alto estatus” y quien allí habita está habituado a vivir rodeado de ciertos lujos. Son precisamente estos líderes los que tienen la obligación de mantener la calma, aunque en ocasiones hacen todo lo contrario. Decir que los de abajo perciben el nerviosismo de los de arriba es como decir que los pasajeros perciben el pánico de los pilotos. Imagínense que panorama.

Recapitulemos: liderar contra corriente requiere mucha entereza y mucho valor. Mantener la calma y tomar decisiones bien reflexionadas parece una de las primeras cuestiones que debe aprender a hacer cualquier líder que se catalogue como tal. El nerviosismo es contagioso en las organizaciones, y si los de arriba no son capaces a contener este sentimiento pueden encontrarse con una hoguera de rumores encendida en la empresa, con la dificultad que entraña apagar estos fuegos cuando reina la incertidumbre.

Como decía aquel título de un disco de Siniestro Total, “ante todo mucha calma

Reciban un cordial saludo
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2 comentarios:

  1. Hola Joanillo,

    Leer tu blog siempre me atrae a la mente algo, hoy me ha recordado una noticia que leí hace algún tiempo en un periódico sobre las empresas en Estados Unidos: buscaban - algunas - sus ejecutivos entre la milicia (estaba buscando la referencia pero no la encuentro).

    No me sorprendió mucho porque en las escuelas de negocios, me da la sensación de oír dos lenguajes el militar y el religioso. Los ‘términos’ de estrategia, visiones, tácticas, valores… son de ‘argot empresarial’ y a veces no todas – como siempre hay casos y casos!! – fomentan el autoritarismo, la no participación y todo eso que se engloba diciendo ‘algo no va bien en la empresa’, ‘hay mucha rotación’, ‘los empleados están descontentos’, ‘tardan demasiado en el almuerzo’…

    Siempre buscamos un líder o líderes para orientarnos pero a veces, no están formados para ello, sino que es como mucho un buen líder ‘natural’, que no tiene porque ser necesariamente malo, pero sí en según que contextos insuficiente desde mi opinión.

    Un abrazo,
    Marga Moya.

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  2. Los líderes auténticos son como los tréboles de cuatro hojas, no son fáciles de encontrar. Existe una gran confusión entre jefe y lider; hay personas a las que ascienden y les dicen: "ahora eres el lider del equipo", o "tienes que liderar a estas personas", como si el liderazgo se otorgara por decreto ley. Lo que otorgan es la autoridad, pero de ahí al liderazgo todavía queda un trecho por andar.

    Gracias por tu participación, Marga.

    Joanillo

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