No hemos sido los primeros, pero seremos los mejores


Steve Jobs pronunció esta frase en 2010 y reflexionando sobre ella quiero rendir un homenaje a un genio de nuestros tiempos, una persona capaz de generar nuevos productos para hacer de un modo más simple las cosas que ya veníamos haciendo de toda la vida: comunicarnos e interaccionar con los demás.


Que la pantalla de un ordenador avance con un dedo parece una idea muy tonta, pero a alguien se le tenía que haber ocurrido por primera vez y yo no fui esa persona, por desgracia para mí.

Cuando ya todo el mundo teníamos un teléfono móvil en nuestro bolsillo (o dos) y su uso nos provocaba indiferencia, el señor Jobs puso en nuestra manos un nuevo cacharro que consiguió emocionar a la gente y dejarle los ojos como platos. ¿Cómo pudo lograrlo a esas alturas de la”película”, cuando muchos ya creíamos que lo habíamos visto todo?

Y recuerdo aquella secuencia de Jobs subido en un estrado portando un sobre en una mano. ¿Cuánta gente adivinó que lo que contenía aquel sobre era un ordenador portátil? ¿Dos? ¿Una? ¿ninguna?
En una sociedad tan tecnológica y avanzada como la que nos toca vivir es complicado que alguien consiga sorprender una y otra vez a tantos millones de personas. Una empresa quizá sí pueda sacar un producto tremendamente innovador una vez en su vida, pero ¿cuántas compañías conocen que hayan repetido el mismo éxito tantas veces cómo lo hico Apple?

Detrás de una proeza similar no puede estar un cualquiera; se requiere una inventiva y una imaginación privilegiada, pero también unos principios empresariales de un calibre desconocido. Y para mí, esos principios subyacen detrás de la frase con la que introduje este post: ¡¡lo importante no es ser el primero; es ser el mejor!!. Tomemos el ejemplo de su i-phone o de su i-mac, dos productos que salieron al mercado cuando ya había cientos de competidores luchando por los clientes. Apple llegó tarde, es cierto, pero cuando llegó se formaron larguísimas colas a pie de los centros comerciales con personas durmiendo en tiendas de campaña para comprar unos productos que todavía estaban siendo colocados en las estanterías, para asombro del resto de CEO’s rivales.

Cabría por tanto preguntarse de qué sirve correr tanto como quieren hacer muchas organizaciones. Se creen que quien cruza primero la línea de llegada ya va a ser invencible el resto de su vida, pero eso no sucede ni en los deportes. Steve Jobs tenía claro cuál era el fin: ¡¡ser el mejor!!, y nuevamente manifiesto mi admiración por tener tan claras las ideas y haber sabido llevarlas a la práctica.

No me extenderé más porque hoy el protagonismo de mi blog no debe estar en mis reflexiones. Quiero rendir un póstumo homenaje a una admirada persona que ahora tiene la nueva tarea de proveer de tecnología a los que moran en el cielo, reto que seguro que sabrá cumplir. Diré para finalizar, que mi admiración no es tanto por lo que consiguió hacer, sino por el modo en cómo lo logró. Por los principios y valores que había detrás de cada una de sus acciones, reflejadas en frases tan simples como esa: “no quiero ser el primero; quiero ser el mejor”. Un grandioso mensaje que debería ser seguido por otros muchos directivos y personas de a píe, querido Steve.
D E P

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