CASI ME MATAN

El autor de esta historia trabajaba por placer. Le gustaba sentirse útil y constantemente procuraba adquirir nuevos conocimientos con los que desarrollarse personal y profesionalmente. Empezó muy joven, unos días antes de cumplir los 18 años. Los primeros años laborales le dieron la oportunidad de rotar por diversos puestos y no desaprovechó el tiempo. Aprendió de todos ellos hasta que un día cualquiera decidió dar un salto y empezar una nueva aventura en un campo totalmente nuevo.

La historia se repite: le gusta su trabajo, se esfuerza, se forma… y obtiene buenos resultados para la organización. Con el tiempo se convierte en una persona valiosa y así es reconocida por sus superiores. Aparecen las primeras promesas de desarrollo profesional, aunque no en un futuro inmediato. El empleado se las cree y se mantiene tremendamente motivado en su puesto. Pero la primera oportunidad se desvanece como el humo de un cigarrillo y, en su lugar, vuelven a construirle una segunda.

El empleado se la cree nuevamente y sigue con un alto grado de motivación dando buenos resultados. Esta vez no era el humo de un cigarrillo, sino un sueño cualquiera de un día cualquiera. También desaparece de un día para otro, con la misma facilidad con que uno se despierta y toma conciencia de la vida real.

No importa; le construyen un tercer sueño; el empleado no cree que esa tercera vez vaya a ser otro intento fallido y sigue rindiendo al máximo con el pensamiento puesto en la meta fijada. Pero los pensamientos también se evaporan, como el humo de los cigarrillos o como los sueños. Y este pensamiento no fue una excepción.

Un buen día ese empleado se descubre con 40 años, con una trayectoria profesional a sus espaldas llena de buenos resultados conseguidos a base de esfuerzo y tesón, pero sin más reconocimiento que algunas palmaditas en la espalda. Si mira hacia adelante solo ve promesas, pero la realidad es que su posición en la organización lleva siendo la misma desde hace 15 años y probablemente no cambie en los próximos 25. La empresa lo necesita ahí, precisamente en ese puesto en el que tan buenos resultados aporta. Para tenerlo motivado no importa construirle algún sueño de vez en cuando y cambiárselo cuando sea menester.

Lo peor de todo es que ese empleado descubre la farsa con 40 años y se siente atado a la empresa; fuera de ella carece de la experiencia necesaria para optar a posiciones diferentes, simplemente porque nunca nadie le dio la oportunidad de hacerlo. Sólo le queda la alternativa de esperar dentro de la organización a que alguna de esas promesas se convierta en realidad. ¿Cuándo? ¿Dentro de 5 años? ¿Cuándo tenga 50? ¿Cuánto tenga 60? ¡¡Quien sabe!! No queda más alternativa. La empresa lo mató, profesionalmente hablando. Promesa tras promesa lo fueron llevando desde los 25 años de edad hasta los 40, sin haberle dado nunca la oportunidad de ejercer funciones diferentes. Y ahora el empleado se descubre atrapado, muerto. Ya no tiene edad para empezar de cero en otra organización ni tiene experiencia que le permita optar a nuevas posiciones en otra empresa. Sólo queda esperar y confiar en la suerte. ¡¡Un cadáver profesional de 40 años!!

Como muchos de ustedes ya habrán adivinado, este artículo es autobiográfico. Más que un lamento pretende ser una llamada de atención para aquellas personas que un día se vean engañadas y defraudadas en sus expectativas. ¡¡El tiempo corre en su contra!! Si no toman conciencia pronto de la situación y no ponen remedio por su parte en lo que sea posible, pueden verse atrapados en una posición para toda la vida. Muertos. No tendrán opciones por fuera porque la empresa les negó la oportunidad de adquirir experiencia en nuevas funciones. Sólo les quedará la alternativa de ver pasar el tiempo desde su actual puesto y confiar en que algún día alguien repare en ellos. Si eso no sucede… así hasta la jubilación.

A mi la empresa casi me mata. Y digo casi porque fui capaz a darme cuenta que los jefes que tuve no eran dignos de mi confianza. Porque descubrí que sus promesas solo pretendían motivarme para sacar de mí los resultados que ellos necesitaban, eso sí, en la posición en la que estaba. No querían perder un buen vendedor y para lograr ese objetivo cualquier arma era útil: hipocresía, falsedad…

Yo me di cuenta de esto con 4o y pocos años y en su momento se me vino el mundo encima. Me vi atrapado en un puesto que no me aportaba ningún aliciente, sin oportunidad de optar a otra posición en empresas ajenas porque mi propia organización se preocupó de que yo no adquiriera la experiencia necesaria que echar en mi mochila. Me vi 25 años más haciendo lo mismo, a merced de lo que mi compañía quisiera hacer conmigo. Así de duro.

Y un buen día di un puñetazo en la mesa y los mandé a todos al carajo. Decidí que mi futuro jamás iba a depender de terceras personas y que mis metas me las marco yo. ¡¡Casi me matan!!, pero por suerte no lo consiguieron.

Aunque pueda parecer que quise crear un artículo para dedicárselo a mis “enemigos”, realmente sólo pretendo hacer reflexionar a aquellas personas que se esfuerzan por desarrollarse y no lo consiguen porque alguien les bloquea intencionadamente. ¡¡No den oportunidades!! ¡¡Reconsideren su futuro y reorienten su carrera antes de que sea demasiado tarde!! El tiempo juega en su contra. Les deseo mucha suerte y mucho valor.

fIRMA SOCIAL BUSINESS

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14 comentarios:

  1. Joder nene, perdona el lenguaje porque a estas horas se pierden ciertas formas pero lo que cuentas nos pertenece a tantos...

    Un abrazo, ha merecido la pena cotillear y decubrir que habías escrito algo a última hora

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  2. Gracias Xisco. Estos días estuve un poco alejado de la escritura porque se me cruzó por el camino un curso tremendamente interesante y allí estuve metido todos los días. Solo llegaba a casa para dormir. Tenía cierto cargo de conciencia por teneros abandonados, pero no pude con todo.

    Retomando ya mi actividad cotidiana, simplemente quería agradecer tus palabras y alegrarme por todos aquellos que hayan sabido solventar situaciones tan desagradabes como las que hoy os conté. Yo me ví totalmente quemado dentro de la empresa, y por ello comprendo a todos los que sienten lo mismo y les animo a ser proactivos en la búsqueda de soluciones. Los años no perdonan.

    Un fuerte abrazo. Es un placer reencontrarte por aquí

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  3. Y a qué sienta de narices pegar el puñetazo encima de la mesa... Es como si te quitarán los 40 de encima!

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  4. si, pero hasta que lo haces se pasa muy mal. Entre que estás desconcertado, que quieres confiar pero no sabes si hacerlo o no, entre que coges fuerzas....¡ se ta pasa un tiempo precioso. Luego las cosas se ven de otra manera. Luego. El problema es el tiempo que pierdes hasta que llega ese luego, que en algunos casos puede suponer quedarse "fuera de mercado".

    Gracias por tu comentario

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  5. Enhorabuena. Por el artículo y por haber tenido el valor de no dejarte "matar".

    Inspirador.

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  6. Gracias Cristina. Escapé a tiempo, aunque por los pelos. Las empresas son bastante frías en sus procesos de selección y cuando uno supera cierta edad o carece de cierta experiencia ya no dan ninguna opción. Yo estaba a punto de ser un "inutil laboral" por culpa de algunos "de cuyo nombre no quiero acordarme".

    Un abrazo y buen fin de semana

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  7. Retratas lo que pensaba de mi mismo esta mañana.
    Gracias por la inspiracion; el problema es pegar el puñetazo cuando tu empresa te ha "ascendido" a un provincia periferica donde oportunidades profesionales no es que haya muchas.

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  8. Hola Jose; no es de mi agrado encontrar personas que se vean reflejados en este artículo. Yo lo padecí y precisamente por eso quise hacer reflexionar a otras personas que puedan estar atravesando situaciones similares sin ser conscientes de que les están anulando su desarrollo profesional no ya dentro de la organización, sino fuera de ella.

    Y tomado conciencia de ello, lo más complicado es dar el puñetazo encima de la mesa. Es complicado porque esa decisión no sólo repercute en uno mismo: si sale mal puede tener consecuencias en el entorno familiar más cercano. Por ello en algunas ocasiones no queda más remedio que aguantar y asumir lo que está pasando. Ojo, no digo que sea tu caso; estoy generalizando.

    Una de las maneras de bloquear el desarrollo profesional es precisamente el que cuentas: llevarte a un lugar que no ofrece oportunidades. Pero bueno, el principio de cualquier cambio pasa por tomar conciencia de la situación y eso es lo único que yo puedo tratar de hacer con mis reflexiones desde este lugar. Ojalá estuviera en mis manos hacer otras cosas.

    Te deseo mucha suerte, Jose, y te agradezco también tu sincera y valiente participación en este blog.

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  9. Ramon dijo:

    Soy otro de tantos que con 36 años (!!) me siento "muerto" profesionalmente... por favor, ¿podrías dar un consejo para superar el miedo a dar el puñétazo? Uno definitivo, porqué como bien dices (y yo también hace meses que lo digo) es que, cada día que pasa, el tiempo va en contra de uno, por dos razones (o más): por la antiguedad que uno lleva (y que se supone que pierdes privilegios si la pierdes) y el miedo que cada vez es mayor precisamente por el tiempo que juega en contra...

    Mi pregunta es: ¿qué harías para vencer el miedo?

    Busco El Consejo, el definitivo, el que te hizo decidir, el que cambia la visión de todo, difícil ¿verdad?

    Gracias por reflejarnos a muchos cadáveres, es triste pero es así, y en estos tiempos de crisis el puñetazo cada vez es más difícil, creo que a los que "mandan" ya les va bien que la crisis esté aquí.

    ¡¡¡Saludos y, de nuevo, gracias por tus escritos!!!

    P.D.: El entorno está lleno de cadáveres profesionales, lo saben, están ahí, no hacen nada, espero que no acabemos igual, como los que tu retratas... triste...

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  10. Hola Ramón:

    sinceramente, no me siento capacitado para dar consejos de este índole. Sí puedo contarte mi experiencia por si encuentras en ella elementos que sean extrapolables a tu caso, pero cada persona es un mundo y además influyen las circunstancias familiares, por lo que no se pueden dar consejos definitivos dessde la distancia. Te contaré mi caso, aunque quizá sea un poco largo.

    1.- Durante muchos años acumulé buenos resultados como vendedor y demostré ciertas competencias que me llevaron a ser considerado una persona "valiosa" en las empresas en las que estuve. Poco a poco comenzaron a ponerme metas profesionales diferentes.

    2.- Con toda la ilusión del mundo y consciente que me faltaba cierta formación específica en áreas de gestión de personal, comencé una intensa tarea formativa ¡¡por mi cuenta!! para cubrir ese vacío y poder desempeñar nuevas responsabilidades de modo óptimo.

    3.- Las promesas se quedaron en eso: promesas, tal y como conté en el artículo. Siempre había excusas para hacer ascender a otras personas (o traerlas de fuera)y tengo la sospecha de que lo que siempre les interesó es que siguiera dando buenos resultados como vendedor (2 veces me quedé nº 1 de ventas a nivel nacional).

    4.- Hace algo más de un año me contrataron en otro laboratorio, primero para cubrir una vacante de comercial pero con la firme promesa de que en el plazo de un año ocuparía una posición de mandon intermedio en sustitución del actual, que tenía 63 años y padecía cierto problema serio de salud. Durante cuatro meses trabajé de adjunto a él aprendiendo cuestiones burocráticas de su puesto.

    5.- Un buen día me llamaron a Madrid y lo que me encontré fue que el director nacional había decidido trastocar todos los planes y contratar para el puesto a un excompañero que había quedado en paro. Es más, esa reunión fue para presentármelo. Se me vino el alma a los pies. Llevaba ya 20 años ejerciendo como vendedor y mi puesto me aburría. Vender era una rutina para mí, y además consideraba que reunía las competencias necesarias para otras posiciones. Pero no; me ví con 41 años, nuevamente bloqueado en una posición en la que estaba quemado y, encima, sin posibilidad de optar a nada por fuera. ¿Quién iba a confiar en alguien que no tenía experiencia? (porque siempre me la negaron). Inutil para dentro, inutil para fuera. ¡¡Este fue el mensaje de mi artículo!!

    6.- Me costó superar el momento, pero me ayudó mucho un colega directivo y, como no, mi mujer. Comencé a sentir la necesidad de compartir mi conocimiento con otras personas, y ahí nació este blog.

    7.- Poco a poco se fueron agregando lectores que con sus simples palabras me hicieron recobrar la confianza perdida, recuperé la autoestima y me ví con fuerzas para seguir soñando.

    8.- Comencé a explorar las posibilidades de las redes sociales y ahí aparecieron "mis padrinos", personas desconocidas que me aportaron muchísimo y que me ayudaron a construir mi futuro actual.

    9.- Después de muchos veces de intenso trabajo "social", sentí que era el momento de apostar por mí y de dar ese puñetazo del que hablo. El "valor" que las empresas nunca me reconocieron me lo empezaron a dar personas de fuera, y crecido por ello pedí la cuenta en la empresa y comencé esta nueva andadura.

    ¿Cuál fue la clave? Mostrar mis competencias a través de este medio y de las redes sociales. En la empresa, ni se preocuparon nunca por ellas ni las valoraron más allá de una simple palmada.

    Yo creo que redes sociales como linkedin son tremendamente poderosas si se usan con eficacia y franqueza. Detrás de los perfiles hay personas muy interesantes con las que entablar buenas relaciones profesionales basadas en la confianza y el aporte de valor recíproco. Ellas pueden ser la balsa salvavidas, y hay que encontrarlas.

    (SIGO EN OTRO COMENTARIO; ESTE SUPERA EL TOPE DE LETRAS)

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  11. (CONTINUACIÓN)

    Mi historia no tiene más secretos. Lucha, paciencia, perseverancia, el fin en la mente, franqueza, ilusión y sinceridad. Lleva su tiempo, pero vale la pena. Gracias a toda esta gente que me sigue hoy veo las cosas con mucha ilusión y esperanza (a pesar de que los inicios no son fáciles en los tiempos que corren), pero aunque no me hubieran sido útiles profesionalmente hablando, seguirían siendo igual de importantes para mí. Jamás pensé que gente "anónima" pudiera dar tanta fuerza y ganas de luchar.

    Te animo a que explores esta vía y lo hagas con franqueza y humildad, buscando siempre el aporte de valor hacia los demás. Todo lo que tú les des, te lo devolverán multiplicado por mil.

    Finalizo con un reconocimiento a Caty (mi mujer). Sin su apoyo y confianza tampoco ésto hubiera funcionado.

    Un abrazo y mucha suerte. (Escríbeme si necesitas algo más)

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  12. Hola Ramón,
    Haz caso a Joanillo, no te arrepentirás !!.
    Un abrazo,

    Marga Moya

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  13. Hola Joanillo,

    Tras curioriosear en tu blog, tal vez se podría abrir una segunda parte llamada "yo también sobreviví a la empresa que casi me mata"...
    ¿Crees que hay empresas sanas?

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  14. Me gusta tu pregunta, Cristina. Voy a responder con un poco de mala leche y sorna.

    Las empresas nacen sanas, cargadas de buenas intenciones y "ganas de vivir". ¿Quién las hace enfermar? Esos virus malignos llamados "personas". Hay para todos los gustos (cocos, bacilos...) y también con distinto grado de virulencia. A medida que metemos personas en las organizaciones, más probabilidad corremos de que se infecte. De hecho, yo creo que no hay ninguna empresa grande que esté sana. Quizá se salve alguna pequeña.

    Esos virus únicamente buscan su beneficio personal y no tienen ningún reparo en infectar a todo el que se cruce en su camino con tal de conseguir su fin. ¿Qué se cargan algún "órgano valioso"? Les importa un pimiento.

    Así son las empresas a medida que crecen: casi ninguna se salva de tener dentro algún patógeno maligno. Y como sucede en la vida microscópica, como no los pongamos a raya rápidamente se reproducen. Pueden llegar a cargarse toda una organización. ¿Verdad que conocemos algún caso en el que el egocentrismo de sus dirigentes acabó comprometiendo la viabilidad de la empresa?

    En fin, solo puedo decir: ¡¡enhorabuena a los sobrevivientes!!, a los que supieron escapar antes de que los fagocitaran.

    Un fuerte abrazo, Cristina. ¡¡Y feliz navidad a todos!!

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