Siguiendo con las conclusiones de la ponencia del jueves, una vez remarcado que las empresas sólidas se construyen desde dentro hacia afuera (primero una óptima gestión de los recursos y capacidades, después una acertada visión del negocio) y que la asunción de las función críticas para el negocio debe asumirlas el empresario, pasaré a hablar de cuáles son las tareas que deben desempeñarse en cada una de las funciones del negocio. Básicamente son cuatro:
Habíamos visto que existen áreas funcionales que no aportan valor al negocio y que la decisión correcta con ellas era delegarlas en alguna persona competente dentro de la organización o externalizarlas. ¿Qué tareas deben delegarse? Las tres primeras: planificación, organización y dirección. El control debe permanecer siempre en poder del empresario.
Con esta delegación de funciones lo que se pretende es descargar al empresario de trabajos “superfluos” y conseguir que tenga tiempo para dedicarle a las áreas más críticas de su empresa. En esas áreas concretas, las que sí aporten valor, el directivo debe llevar a cabo las cuatro tareas arriba descritas.
Dos de las áreas funcionales más importantes de cualquier empresa son la producción y el marketing/ventas. La producción porque es la razón de ser de cualquier compañía: sin un producto (bien o servicio) no hay empresa, y toda empresa nace precisamente porque su propietario decidió, en un momento dado, poner a disposición del mercado algún producto que sabía hacer y con cuya venta consideraba podía obtener un beneficio. La función de marketing/ventas es el otro área capital de cualquier compañía. Ninguna empresa sobrevive si no vende sus productos, por muy buenos que éstos sean. Los productos no se venden solos, requieren de una estrategia concreta que dé a conocerlos ante los potenciales clientes. Una empresa con un producto aceptable pero con un buen enfoque a ventas, sobrevive. Otra empresa con el mejor producto del mundo pero con un enfoque a ventas deficiente, acaba muriendo.
El empresario debe planificar ambas áreas: en cuanto al producto, saber en que fase del ciclo de visa se encuentra, tener previstas las modificaciones oportunas para “revitalizarlo” o sustituirlo cuando llegue su momento, organizar la producción para obtener la mayor productividad de los factores, dirigir correctamente todo el proceso y, finalmente controlar el resultado. En cuanto a las ventas, planificar los objetivos, organizar las redes comerciales para obtener los resultados estipulados, dirigir y motivar al personal del departamento comercial y, finalmente, controlar los resultados y tener planes de contingencia para las desviaciones.
Un error relativamente común es dedicar muchísimos esfuerzos a planificar y pocos a organizar. La evidencia demuestra que aproximadamente 9 de cada 10 estrategias fracasan en su implementación, no en su formulación. Quiere esto decir que somos muy buenos pensando planes, pero que a la hora de llevarlos a la práctica comienzan los problemas.
Por no extenderme más, una empresa se hace fuerte cuando el empresario se centra en las áreas críticas del negocio (las que aportan valor al producto) y desarrolla en cada una de ellas todas las tareas pertinentes, con el mayor grado de desarrollo y precisión posible. Si algún emprendedor detecta carencias para llevar a cabo estas tareas, debería preocuparse de obtener la formación necesaria para corregir esas lagunas; ¡¡nunca debería pasarlas por alto ni restarle importancia a aquello que no sabe hacer!! Los planes son las hojas de ruta imprescindibles para saber detectar problemas a tiempo. Planificar es fundamental, llevar adelante los planes (organizar, dirigir) también. Finalmente, controlar los resultados nos permite detectar las desviaciones y tomar las medidas correctivas oportunas.
Reciban un cordial saludo
Hola Joanillo,
ResponderEliminarSólo una pequeña reflexión, que me hago en mis tardes de soledad, se ha producido un ‘change’ en el argot empresarial, hablamos de competencias, habilidades, capital emocional, salario emocional, gestión de conocimiento...
Pero necesitamos también – por lo menos algunos- darle un sentido social al directivo, potenciar la autocrítica, un directivo ha de conocerse a sí mismo, sus debilidades, potencialidades, posibilidades y oportunidades (más allá del DAFO personal), y desarrollar todas estas competencias dentro de los objetivos de la empresa, claro ¡!!. Pero también necesita aprender de otros.
Por mi parte, gracias por el tiempo dedicado, por una vez que no pago ¡!! -).
Un saludo,
Marga Moya.
¡¡Que bueno, Marga!! Me acabas se recordar un asunto sobre el que quería hablar pero que se me pasaba constantemente. Tiene que ver con la autocrítica hacia cómo dirigimos una empresa. Cuando acabe esta secuencia de conclusiones tocaré este tema. Te agradezco mucho tu comentario, que es bastante acertado.
ResponderEliminarUn abrazo
Joanillo