Hoy voy a llevar la contraria a muchos directores de marketing y voy a cuestionarme la importancia que ellos le dan a esos clientes de “alto potencial” que todos tenemos en nuestros territorios de trabajo.
¿Qué es un cliente de alto potencial? Es un cliente con una capacidad de compra bastante más alta que la media, lo que le convierte en una persona “a seguir” por los proveedores. Ni más ni menos. El problema nace cuando se confunde “persona importante” con persona “accesible” porque, en general, suele suceder que cuanto más potencial adquiere un cliente, más inaccesible se vuelve para muchos proveedores.
Veamos lo que sucede con estos clientes:
- Los clientes de alto potencial, ¡¡lo son para todos y están en el punto de mira de todos!! Eso genera ya una lucha sin cuartel por captarlo.
- Ellos son conocedores de su potencial y “cobran” lo que creen que valen. Dicho de otro modo, un cliente de alto potencial suele poner las condiciones: el que quiera que lo tome y el que no que lo deje.
- En más ocasiones de las que nos pensamos, los clientes de alto potencial no se “casan” con nadie en particular. Saben que los “mimos” que reciben de todo el mundo los pierden en el momento en que se posicionen claramente a favor de uno, por lo que se cuidan mucho de repartir un poquito con todos. Dicho de otro modo: generalmente nos dan menos de los pueden.
Ahora veamos cuál debe ser el planteamiento de un vendedor:
- Todo comercial tiene un objetivo que cumplir, que puede prorratear entre el número de clientes que visita. Excepto que nuestro objetivo sea captar el 100% del potencial de los clientes (cosa absurda que no se da en la vida real), ¿qué razón justifica estar tan pendientes de este colectivo tan exclusivo? Seguramente, con menos esfuerzo, otros nos puedan dar lo mismo –o más- que ellos.
- Los clientes de potencial “medio” suelen ser más agradecidos: no están tan presionados por la competencia, no reciben tantos “mimos” y no se tienen por los “dioses del paraíso”.
- Para alcanzar un objetivo de ventas total, necesito clientes accesibles, NO clientes importantes (teóricamente importantes). Los clientes de alto potencial van a requerir de mí un alto esfuerzo en tiempo y dinero para retornarme bastante menos de lo que me gustaría. ¡¡Eche un vistazo a su cartera y verá como no estoy tan desencaminado!!
Así las cosas, voy a dar mi planteamiento sobre cómo configurar una cartera de clientes. Qué duda cabe que tengo que tener localizados a los “POPEs” de mi zona y que debo intentar captarlos. Pero debo ser consciente que esta misma iniciativa la va a tomar toda la competencia. Absolutamente toda. Para poder ganarme su favor necesitaré que la empresa me apoye con unos medios, al menos, iguales que los de los competidores. Si no es así, perderé el tiempo. Además de ello, debo estar dispuesto a dedicar gran cantidad de visitas a trabajar la relación personal, probablemente bastantes más que con otros clientes. Esto supone, lo que se llama, un coste de oportunidad que debemos valorar. Y todo esto rezando para no dar con uno de esos que “reparten con todos”, de esos que no se “casan con ninguno”.
Veamos ahora qué sucede con el resto de clientes. Si mi objetivo es vender 600 envases al mes (imaginemos, 30 al día en 20 días laborables), ¿qué me impide vender 30 envases en varios clientes de potencial “medio”? Acaso… ¿es que no pueden llegar a esa cifra? Si no llegan, obviamente los saco de cartera. Pero lo más seguro es que sí. Comprarme a mí 30 envases puede suponerles dedicarme un 20, un 25, un 30% de su capacidad de compra (poniendo cifras ficticias). Un cliente de alto potencial me daría esos mismos 30 envases con sólo un 5% de su cifra de negocio, pero a mí eso me da igual. Ambos pueden darme los envases que necesito y los de medio potencial son más accesibles, más agradecidos y menos “soberbios”. ¿Debo obsesionarme con los buenos clientes? Desde mi punto de vista NO. Debo conocerlos, debo atenderlos, pero sobre todo, debo valorar la relación inversión/retorno. En inversión hablo de tiempo y dinero, claro está.
En definitiva, siempre que tuve que configurar una cartera de clientes lo hice por afinidad personal y por potencial de desarrollo (basándome en el perfil profesional del cliente y mi grado de empatía con esa tipología), pero nunca por potencial total de negocio. Algunos de ellos sí entraban, porque hay veces que me interesa visitarlos para conocer su opinión y porque “algo caerá”, pero para mí nunca fueron una obsesión. Pocas veces la inversión en tiempo y dinero me reportó los resultados que me merecía por tal dedicación. Para mí un cliente de alto potencial es un cliente importante, aunque su continuidad en mi cartera no va a depender de eso sino de cómo madure mi relación con ellos y la relación inversión/retorno. Por eso me pagan y eso es lo que tengo en cuenta cuando planifico mi cartera.
Un abrazo
Joanillo
P.D.: este artículo está dedicado a quien escribió un comentario en el post de ayer, que con su aportación me dio la idea de desarrollar esta disertación
Un comentario que hizo un jefe de equipo a sus comerciales: "Muchos pequeños, hacen uno grande; y uno grande dificilmente te hará llegar a objetivos".
ResponderEliminarBuen Post.
Gracias Daniel. Ya ves que se confirma que hay tantas teorías sobre las cosas como personas opinando. No todo el mundo basa su negocio en los "grandes" (como tú les llamas), afortunadamente.
ResponderEliminarUn abrazo y gracias por tu aportación.
Joanillo
Se diga lo que se diga lo mejor es sentirse como en casa cuando tratas con un cliente. Y además respecto a los 'importantes', son clientes que buscan mucho la marca, el prestigio... no sé el qué... pero claro, no se casan con nadie, es lo que tiene el matrimonio y el dinero.
ResponderEliminarSaludos,
Marga.
Soy el "de ayer" :-)
ResponderEliminarClarísimo artículo y no puedo más que dar la razón a todo lo que has escrito Juanillo... és más, lo estaba leyendo y pensando en esos clientes "de alto potencial" pero tan cerrados y difíciles de hacer de ellos una buena inversión/retorno, como bien lo llamas al tiempo y esfuerzos dedicados a ellos...
Gracias por hacérmelo ver claro!
Ramon
(firmo porqué no estoy en redes sociales como para poder poner mi nombre y salgo como Anónimo y claro...)
:-)
Hola de nuevo, Ramón. Ante todo estoy encantado de saber como te llamas porque me resultaba un tanto desagradable dirigirme a ti llamándote "anónimo".
ResponderEliminarMis comentarios son base de mi experiencia, pero no por ello me creo con la verdad absoluta. El objetivo de mi blog es aportar puntos de vista que induzca a la reflexión, pero nunca decir como son las cosas.
Volviendo al asunto, el mismo planteamiento que me hacías tú (¿cómo abandonar a los clientes de alto potencial por otros con buena relación personal?) me lo hicieron mis jefes cientos de veces. Estoy harto de discutir con ellos aunque te he de reconocer que cuando ven el planteamiento que les hago, me acaban dejando en paz. Te puedo decir que siempre tuve muy buenas ventas en clientes de potencial medio o, incluso, bajo. Cuantitativamente suponían bastante más que lo que me daban los clientes VIPs y encima sin tener que "hacerles la pelota" ni reirles las gracias. Es cierto que en alguna ocasión fui capaz a captar clientes de alto potencial, pero siempre estaba con la mosca detrás de la oreja porque sabía que en cualquier momento, del mismo modo que entraban, se iban a ir con el mejor postor que apareciera.
De todas maneras, esta noche voy a escribir un artículo dando unas directrices que a mí me funcionaron cuando tuve que "torear en esas plazas".
Un abrazo, Ramón
Claro que sí, Marga. Estoy totalmente de acuerdo contigo. Los clientes que tienen alto potencial se saben importantes para los proveedores y les gusta ser reconocidos como tal. ¿A quién no le gusta que le halaguen? Buscan el prestigio, como dices tú, y precisamente por eso hay que usar ciertas tácticas para ganárselos. Te remito al siguiente artículo que publicaré en el que hablaré de esto.
ResponderEliminarUn abrazo y gracias por participar.
Joanillo
Ya que se ha hablado aquí de clientes grandes y medios, introduciré en el debate a los que faltaban: los pequeños y malos. Muchos de estos pequeños nos cuestan tanto o más tiempo que los grandes y además de no aportar mucho a la facturación, muchos de ellos son lo que detesto aún más que un cliente grande y prepotente: vampiros de energía. Para justificar la no compra, echan por tierra tu producto, te intentan embrollar con supuestas ineficacias de tu organización, te transmiten una visión negativa del sector y te roban un tiempo precioso. Prefiero pelear con un cliente de alto potencial con posibilidad, aunque incierta, de hacer negocio que gestionar miseria con semejantes calamidades.
ResponderEliminarHola Celestino:
ResponderEliminarestoy totalmente de acuerdo contigo. Los clientes "cutres" nos dan un montón de problemas y encima no son rentables. Por tu disertación, entiendo que partes de la premisa de que las empresas obligan a visitarlos, porque si la decisión se dejaran en manos de los comerciales seguro que tendrían más claro qué hacer con ellos. Desde mi punto de vista, un proceso de ventas consta de 7 partes: 2 de despacho (análisis de datos históricos y estrategia de ventas), que debe ser la base para configurar un fichero de clientes. A partir de ahí, visitamos, que son 5 pasos más: contacto, sondeo, argumentación, objeciones (si surjen) y cierre.
Con clientes malos hay dos posibles problemas que justifican el fallo: 1º) mala selección. En la primera fase, la de configurar el fichero, deben cribarse aquellas personas que no tengan un mínimo potencial o que sean conflictivos. Si no se detectan, luego en el día a día descubriremos lo que tú dices: perdemos el tiempo, nos cabreamos.... Todavía estamos a tiempo de echarlos fuera.
2º) Si ejecutamos mal el proceso de ventas (no sondeamos, no argumentamos bien, no rebatimos las objeciones..) tampoco se producirá el cierre de la venta. Ahí la culpa es básicamente nuestra. Debemos revisar toda la fase y corregir los errores. Si después de varios intentos seguimos en las mismas, ¡¡fuera del fichero!! Aquí no estamos para perder el tiempo y los recursos de las empresas.
Este es mi punto de vista.
Un abrazo
Joanillo