¿POR QUÉ NOS VAMOS DE LAS EMPRESAS?
Puede haber tantas razones como personas, pero hoy quiero dar una teoría propia aun a riesgo de que alguien con más conocimiento que yo en la materia me lo corrija.
Las personas tenemos objetivos vitales; algunas veces los hacemos explícitos (“mi objetivo es conseguir bienestar para mi familia” “mi objetivo es poder comprarme una casita en la playa de Corrubedo”, “mi objetivo es desarrollarme profesionalmente”, “mi objetivo es poderle pagar una carrera a mi hija en EE.UU”, “mi objetivo es sentirme a gusto trabajando”…) y otras muchas ni siquiera caemos en la cuenta de que los tenemos.
Las empresas también tienen objetivos, aunque son bastante más simples: consisten en generar los beneficios suficientes que desean sus dueños, accionistas o inversores para cumplir sus propios objetivos vitales. Para eso invirtieron su dinero en lugar de dejarlo en el banco a plazo fijo y sin ningún riesgo.
Las personas necesitamos a las empresas para cumplir nuestros objetivos vitales porque es una manera honrada de obtener unos ingresos regulares que nos acerquen a esa meta. Las empresas también nos necesitan a nosotros para alcanzar sus objetivos; si no fuera así, no contratarían empleados.
Vamos a ver como encajan ambos objetivos, los individuales y los empresariales. Para que las empresas alcancen sus objetivos necesitan conseguir que los empleados estemos motivados y se impliquen. El problema está en que es muy difícil que las personas se impliquen y se motiven con los objetivos ajenos (los empresariales). La única solución para ello es que las compañías aseguren con ciertas garantías sus trabajadores van poder alcanzar sus objetivos vitales dentro de esa organización, es decir, que se establezca una relación de reciprocidad: la empresa ayuda a sus empleados a alcanzar sus objetivos vitales y los empleados luchan y se implican por los objetivos empresariales. En esta relación hay tres posibles situaciones:
a) Tengo certidumbre de poder alcanzar mis metas dentro de la organización; si es así, me sentiré muy motivado y me implicaré en el trabajo al máximo, ayudando así a conseguir los objetivos empresariales en la parte que me corresponde.
b) Mis objetivos vitales quizá no sean satisfechos por la empresa pero tampoco me supone un trauma porque la relación es llevadera; en este caso me mantengo en la empresa, aunque si surge la oportunidad de cambio es probable que la acepte. Mi motivación e implicación serán puntuales en función de otros alicientes efímeros (un reconocimiento, un incentivo…)
c) No tengo ninguna posibilidad en esta empresa de alcanzar mis objetivos personales. Se da este caso, por ejemplo, cuando una persona quiere desarrollarse profesionalmente pero la empresa no diseña un plan de carrera para él o no dispone de posiciones para ese desarrollo. En esta situación, el empleado buscará proactivamente una manera de cambiar de empresa hacia otra que sí le dé la esperanza de lograr su objetivo. La implicación del empleado es mínima porque “no siente” que su implicación vaya a tener la recompensa que él espera y desea alcanzar.
La conclusión es que las personas trabajamos en las empresas para alcanzar nuestros propios objetivos, no los objetivos empresariales. Nos motivamos cuando vemos alcanzable nuestra meta y nos desmotivamos cuando perdemos toda esperanza.
Por no extenderme más en el día de hoy, finalizaré diciendo que es muy triste y penoso que las empresas solamente “pongan en valor” a determinadas personas justo en el momento en el que tienen su carta de renuncia encima de la mesa. Hasta ese momento nadie le preguntó al que se va que era lo que él esperaba de la empresa, cuál era su objetivo personal. La razón por la cual las personas se van de las empresas es porque no pueden alcanzar sus objetivos vitales dentro de esa organización. Esa es mi teoría y es aplicable a todos los estamentos (desde un simple empleado hasta el más alto directivo).
Mañana más.
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Hola, es la primera vez que escribo en tu blog, me gustaría dar mi opinión acerca del tema que considero muy interesante. No soy un experto ni mucho menos, es la percepción que he obtenido a lo largo de mi carrera profesional.
ResponderEliminarPienso que lo que hace a la gente irse de una empresa es la falta de motivación que le llega en un momento dado y la ausencia de posibilidades de desarrollo de su carrera. El ser humano necesita progresar, necesita retos, motivaciones, constantes cambios en su vida.
La monotonía es muy cómoda, pero al final acaba desgastando… opino que en el momento en que alguien se siente estancado debe moverse.
Por supuesto que hay gente que se acomoda y se conforma con calentar la silla y con un buen sueldo, pero creo que la naturaleza humana hace que tengamos inquietudes y nuevos desafíos.
Al final lo que e lhombre busca es desarrollarse tanto personal como profesionalmente; en mometo en que una empresa no pueda ofrecerlo, se opta por el abandono de ésta. Como muy bien dices en el artículo, las empresas no valoran su principal activo (equipo humano) hasta que no ponen su dimisión sobre la mesa.
Un saludo y enhorabuena por el blog
Gracias por tu estreno, spyder.
ResponderEliminarTodo lo que dices es muy cierto. La falta de alicientes en el trabajo es tremendamente peligroso y deriva en dos posibilidades:
1) El empleado se "quema". Este asunto lo toqué en este otro artículo que te sugiero
http://silosenovendo.blogspot.com/2009/12/fases-emocionales-fase-critica.html
2) El empleado sale de la compañía, que es precisamente de lo que hablé en el artículo de hoy.
Las razones para "quemarse" son las mismas que las que se usan para cambiar de empresa: el trabajador tiene unos objetivos (de desarrollo profesional) y su puesto no se los satisface. En esos momentos entra ya en la fase de falta de motivación para trabajar que tu aludes con acierto, y si esa falta de motivación persiste en el tiempo se llega al famoso "burnout";
En esos momentos el problema lo tienen todos: la empresa y el trabajador. La primera por tener a un empleado con baja productividad (quemado) y el trabajador porque su estado de ánimo es realmente preocupante.
Como el problema lo tienen ambos, la solución también puede venir de los dos lados; la empresa puede tomar conciencia de la situación y aportar propuestas para corregirla (todo ello pasa por alinear nuevamente las expectativas del empleado con los objetivos empresariales) y el trabajador tiene suficientes motivos para plantearse un cambio de empresa con la esperenza de volver a recuperar las ilusiones perdidas.
Lo más triste es lo que tú comentas en el último párrafo: muchas empresas no valoran a los trabajadores hasta que estos ponen su renuncia al puesto encima de la mesa. ¡¡Cuánto trabajo queda por hacer desde el departamento de RR.HH. para detectar el talento oculto y aprovecharlo en beneficio de la compañía y en satisfacción del empleado!! ¡¡Cuánto!!
Un abrazo
Joanillo
Yo tambien estoy de acuerdo con lo que planteas, lo triste en España al menos, es que la mayoria de las empresas siguen siendo del tipo c.
ResponderEliminarwww.zurired.es
Hola Johnny:
ResponderEliminarestoy preparando para dentro de unos días un curso sobre Dirección y Liderazgo, y la primera jornada la voy a dedicar íntegramente (5 horas) a explicar la diferencia entre jefe y lider. Si no se tiene claro la diferencia entre esos conceptos es imposible esperar cambios profundos en las organizaciones. En España la confusión es total y rotunda, y por eso estamos como estamos.
Para un jefe, un empleado es un recurso humano al que hay que "programar" para que cumpla una determinada función y vigilar que no desfallezca en esa labor. Para un líder, un empleado es una persona que tiene sus singularidades, sus conocimientos y su talento. El líder pone el punto de mira en el resultado y no tanto en el proceso, dejando que aquí el empleado muestre toda su sabiduría y su buen hacer. Dicho de modo claro, deja que la persona se desarrolle profesionalmente y le ayuda a mejorar. El resultado suele ser bastante mejor que en el primer caso.
Volviendo al tema del artículo, ¿cómo se consigue que una persona esté motivada y manifieste todo el talento que lleva dentro? Preocupándose por saber qué razones le mueven a estar en la empresa y corresponsabilizándose en ayudarle a alcanzar su meta a cambio de que él ayuda a alcanzar la de la empresa. Esto sólo lo sabe hacer un lider, no un jefe. Y como en España hay tan pocos líderes y tantos jefecillos... así van las cosas.
En fin. Muchas gracias por tu aportación y por ser un seguidor de mi blog.
Un abrazo