Esta tema enlaza con el titulado "fases emocionales" expuesto anteriormente, por lo que es conveniente que lo lea para poder seguir el hilo. En aquel comentario se hacía referencia a una quinta fase del proceso emocional que tiene extremada importancia porque puede llegar a constituir una razón de conflicto trabajador-empresa con bastante difícil solución si no se aborda a tiempo.
Si recuerda, en la fase II se producía un momento crítico que tenía que ver con el ajuste expectativas-realidad por parte del empleado. Para salir de ella se requiere la motivación en su grado adecuado por quien tenga responsabilidad sobre el trabajador, y con esta actuación más la implicación del afectado, el problema se resuelve sin más trascendencia. En la fase IV hablábamos de la madurez del individuo, de su capacidad de autogestión, tanto psíquica como laboral. Es el momento de evaluar cuáles son las expectativas que el empleado tiene dentro de la empresa, de averiguar qué cosas le motivan y a donde quiere llegar. Una herramienta útil para esto es la pirámide de Maslow; tratar de averiguar a qué nivel quiere llegar y proveer los mecanismos necesarios para que sea un nuevo reto a abordar es una tarea prioritaria para acometer con individuos en fase de madurez. No hacer esto puede acabar con la típica estampa del "aprieta-tuercas"; pensemos en un funcionario de una cadena de montaje que tiene como misión apretar determinados tornillos cada vez que le entra un vehículo en su zona de montaje. Este trabajo no es demasiado motivador, pero si encima se le transmite al empleado que ese va a ser su labor para lo que le resta de vida, es fácil comprender que su estado de ánimo caiga por los suelos. Y no solo eso, es posible que se vuelva en contra de la empresa y comience a realizar prácticas contra sus superiores tales como provocar absentismo laboral, crear mal ambiente entre sus colegas con comentarios negativos...; podría llegar un momento en el que buscara el despido de la empresa, potenciando comportamientos dañinos con este fin. Estamos ante un caso de burnout.
Retomemos el tema; si un individuo llegó a su fase de madurez en la tarea que estaba realizando, es el momento de evaluar sus expectativas. Puede ser que la persona tenga aspiraciones de alcanzar nuevos retos, se motive simplemente porque le reconozcan lo bien que hace la tarea, etc. etc. Si fuera el primer caso, es conveniente trazar un plan de carrera que permita su desarrollo profesional. En caso de que no fuera posible por no haber opciones de cambio, a lo mejor se puede solventar la situación delegando en él nuevas responsabilidades (¡¡ ojo, que no sean "marrones", es decir, no se puede descargar en él las tareas "feas" que no quiere hacer su jefe, deben ser tareas que supongan un desarrollo profesional). Si fuera el segundo caso, es decir, una persona a la que simplemente le agrada que le reconozcan su trabajo, hay que ser consciente de ello para proveer esos "premios" que lo mantengan motivado, que podrían ser meros reconocimientos verbales o incluir algún componente económico.
Si lo expuesto en el párrafo anterior no se realiza, el trabajador entrará en la fase de "aprieta-tuercas" y acabará quemado, con su moral por los suelos: no verá futuro ni salida a su situación. Como un empleado caiga en este estado de ánimo, la manera de sacarlo de ahí es sumamente complicada y en nada se parece a la contada en la fase II, aunque gráficamente exista una caída en picado de la curva. Hay que evitar a toda costa tener gente "quemada" dentro de la empresa: solamente nos conduce a problemas.
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