¿Quién es el responsable?

Este fin de semana tuve la oportunidad de escuchar una conferencia de Masaaki Imai, fundador de la consultora más grande del mundo (Kaizen Institute) dedicada a implantar el modelo japonés de gestión empresarial. No voy a entrar en mucha profundidad sobre el contenido de la charla, pero sí quiero compartir con vosotros una de las muchas reflexiones que allí surgieron.

A “grosso modo”, el éxito que los japoneses obtuvieron en la gestión de sus organizaciones se basa en la capacidad para mejorar los procesos internos (eliminando fundamentalmente aquellas actividades que no generan valor a los productos) e implicando en esta tarea a todas las personas de la empresa, desde los conserjes hasta los más altos ejecutivos. En el sistema de trabajo japonés, es fácil encontrarse al director general de la empresa vestido con un mono de trabajo y realizando tareas de mantenimiento de una máquina de la cadena de montaje, con el objetivo de recoger de primera mano información útil sobre cómo funciona tal cuestión y entender el trabajo del operario que allí labora, todo ello con el objetivo de tomar una decisión acertada sobre la mejora de ese proceso.

La mejora de cualquier proceso involucra siempre a todas cuantas personas tengan relación con ese tarea, y la “utilidad” que perciben los operarios eleva enormemente el sentimiento de integración e implicación con la compañía, generando estados de ánimo y motivación realmente altos que explican el éxito de estas empresas (recordemos que Japón fue capaz a resurgir de las cenizas después de la 2ª Guerra Mundial y convertirse al rato en la segunda potencia económica del planeta, para asombro de propios y extraños).

La mejora de los procesos, tal y como lo entienden ellos, puede llegar a suponer varios años de estudio y transición, y aquí es dónde surge la reflexión que anuncié en el primer párrafo. Veamos: ¿cuántas empresas puede permitirse el lujo de “transitar” por el desierto varios años antes de alcanzar su meta? Aunque esa meta sea muy prometedora, ¿están los directivos dispuestos a esperar tanto tiempo? ¿Y los inversores?

Cuando uno entabla una conversación sobre las cuestiones que están provocando que las empresas se vuelven tan impersonales, frías, calculadoras, erráticas, la respuesta suele ser que lo que prima es el “cortoplacismo”, lo que lleva a tomar medidas muchas veces equivocadas. Mi duda es… ¿quién es el culpable? Parece ser que los directivos entienden que hay ciertas estrategias empresariales que requieren de largos periodos de tiempo para su implantación, pero esos mismos directivos no se toman el tiempo necesario porque –dicen- deben dar resultados a los inversores, y éstos no están dispuestos a esperar. Si una empresa no les da los beneficios que ellos esperan en el plazo que tienen estipulado (generalmente demasiado corto), se llevan el capital a otra organización.

En conclusión, ¿es el cortoplacismo uno de los grandes males de nuestros tiempos? ¿Quién es el culpable: el empresario-directivo? ¿El inversor? Dejo estas cuestiones en el aire para la reflexión.

Un fuerte abrazo
Firma blog

2 comentarios:

  1. Buenas tardes lectores juiciosos del blog de Joanillo:

    Desde luego yo estoy convencido de que el problema de las empresas viene de raíz.
    Nada como planificar el verdadero target, la verdadera demanda o necesidad...

    Ser original y vislumbrar las verdaderas necesidades de los consumidores. Muchos mercados se encuentran demasiado explotados, con una fórmula repetitiva hasta la saciedad.

    Como decía la fábula de Lewis Carroll cuando le preguntan al conejo:
    -¿Qué camino debo tomar?
    -Depende de a donde usted quiera ir.

    ResponderEliminar
  2. [mantequero]

    Además de temas más serios (flujos de caja, política de dividendos, etc.), creo que en este país prima más el cortoplacismo que en otros (el fútbol, y no es broma, es buena muestra de ello.

    No obstante, el tema japonés es muuuy largo y complejo y muy interesante. Es otra cultura. Ellos disfrutan currando.

    ResponderEliminar