El marketing y el parchís: comes una y cuentas veinte


En mi día a día me encuentro con personas de mucha valía y talento que pasan desapercibidas entre la “multitud” ¿Por qué no alcanzan la relevancia y el reconocimiento que se merecerían por su buen hacer? ¿Qué es lo que les sucede realmente? La respuesta es simple: no saben capitalizar ni su experiencia ni su talento. Por capitalizar debe entender la conversión de las acciones cotidianas en imagen corporativa o personal. El famoso “personal branding” del que tanto se habla en la actualidad.

Por el contrario, podemos encontrar personas que prestan servicios bastante alejados de lo que entendemos por “calidad” o “excelencia” pero sin embargo gozan de reconocimiento público ante los demás. Estos sí están traduciendo sus hechos a “fotos” visibles por los demás, es decir, haciendo un buen marketing.

El marketing es fundamental hoy en día, especialmente porque miremos al lugar al que miremos, tenemos una ingente oferta de productos y servicios sobre los que optar. En el campo de los servicios hay una cuestión que complica más la “venta”: el cliente no puede comprobar la calidad ofrecida hasta que “consume” el servicio (y lo paga, en consecuencia), lo que hace que aquí cobre mayor importancia -si cabe- el hacer una buena promoción que ayude a que el cliente sepa por anticipado que está ante un “producto de calidad”; esta propiedad tan determinante no podemos demostrarla de modo tangible como sí sucede en el caso de los productos, por lo que debemos comunicarla a través de una acertada estrategia promocional.

El buen marketing permitirá además atraer a los clientes y diferenciarnos de las otras alternativas existentes en el mercado. A mí no me cabe en la cabeza que en tiempos tan competitivos -en los que aparecen rivales detrás de cada esquina-, haya empresas y profesionales que descuiden una faceta tan crucial para el éxito y la supervivencia.

¿Y qué deben hacer? Pues lo que pone el titular del artículo: “comer una y contar veinte”, como en el parchís. Capitalizar el día a día y contarlo, pero no una sola vez, sino veinte. En todos cuantos lugares podamos y tengamos presencia, como hacen algunas empresas en las redes sociales, por ejemplo. El truco está en encontrar el equilibrio perfecto entre la promoción recurrente sin caer en la sobresaturación de mensajes y subsiguiente hartazgo del potencial cliente. Es un equilibrio difícil de conseguir, pero deseable de alcanzar.

Saber hacer un buen “personal branding” es una competencia profesional que mucha gente debe desarrollar: el mundo está lleno de buenos profesionales que, desgraciadamente para ellos, no saben “contar las veinte” que deberían.

Un cordial saludo

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