Reflexión nº 1.- La cohesión

Tal y como había prometido, en este post y en los sucesivos haré una serie de disertaciones nacidas de la historia que les conté la semana pasada (Y Pepe mandó pasar al siguiente candidato). La primera de ellas se remonta al mismo origen de cualquier organización empresarial: la cohesión interna como punto de partida para construir un proyecto sólido.

Antes de entrar en el concepto “empresa”, pensemos un poco en el concepto “persona” y en las relaciones que mantenemos con nuestros similares. Pensemos en nuestros amigos: ¿qué es lo que hace que sean los que son y no otros diferentes? La razón por la que nacen las relaciones personales puede ser múltiple: por cercanía geográfica (tenemos amigos que conocimos en nuestro barrio, en nuestro edificio, de nuestro pueblo…), por afinidad en los hobbies (tenemos amigos que nacieron porque compartimos una afición
común: ciclismo, senderismo…), por cuestiones ideológicas, etc. De cualquiera de esos modos puede aflorar un contacto y una relación, pero la pregunta sería: ¿y qué hace que esas relaciones vayan a más y se vuelvan más sólidas? Esto es, ¿qué hace que los “conocidos” se conviertan en “amigos”?

El pegamento más fuerte para afianzar personas son los valores compartidos; si reflexionamos sobre nuestro entorno más cercano, veremos que las personas con las que nos sentimos más unidas son aquellas con las que compartimos  ideales y valores vitales.

Pasando a las empresas, no podemos olvidar nunca que se trata de agrupaciones de personas que buscan un fin común: el bienestar para ellos y para sus familias. Cada uno de los individuos que trabaja en una misma empresa tiene unos objetivos vitales que espera alcanzar gracias a la cooperación con otros individuos. La empresa aporta los recursos económicos y la estabilidad que sus trabajadores necesitan para lograr el ansiado bienestar y, a su vez, los trabajadores aportan los recursos intelectuales y operativos que la empresa necesita para alcanzar sus metas. Se produce una reciprocidad que beneficia a todos.

En resumen: las personas se unen para trabajar porque tienen unos objetivos que creen que alcanzarán más fácilmente en cooperación, pero lo que debemos preguntarnos es por las razones que hace que ese grupo de individuos (llamémosle “conocidos”) permanezcan con el paso del tiempo sin que aparezcan conflictos entre ellos (esto es, que pasen a ser buenos “amigos”).  Y la respuesta es la misma que en nuestro caso particular: los valores compartidos es lo que crea relaciones sólidas. Pero ahora estamos hablando del alineamiento entre valores corporativos y valores individuales de quien trabaja en el seno de una empresa. Si ambas partes están perfectamente alineadas, los problemas se minimizan y las energías se suman.

Pondré un ejemplo para entender esta cuestión. Imaginemos que yo trabajo de comercial para una empresa y que uno de mis valores vitales es el respeto hacia las personas. De repente mi compañía, acuciada por los resultados, implanta una estrategia comercial sumamente agresiva que roza el engaño al consumidor, ocultando información crítica con tal de conseguir las ansiadas ventas. ¿Qué sucedería en mi caso? En ese momento los valores de la empresa (“maltrato” del cliente) entrarían en conflicto con los míos personales (respeto a las personas) y me vería atrapado en un gran dilema: violar mis propios derechos o renunciar a aplicar las medidas de quien me paga el sueldo. ¡¡Así nacen los grandes conflictos en las empresas!!: por la confrontación entre valores corporativos y valores individuales.

¿A dónde quiero llegar? La primera lectura que quiero hacer de la entrevista de trabajo que da pie a esta disertación es que el empresario tiene muy claro cuáles son los valores corporativos sobre los que quiere construir su proyecto; tanto es así que está buscando, de modo inexcusable y por encima de todo, personas alineadas son estos principios, que compartan la misma visión vital de las cosas. Las capacidades de los aspirantes se valoran ¡¡siempre!!, pero después del alineamiento de principios. Si no existe esto, ya no se sigue adelante.

Se trata de un paso lógico y totalmente coherente. Hay que cohesionar a las personas entre sí y esto solo se hace en torno a los valores (aquellos que escribimos un buen día en el plan de empresa pero que nunca más releemos); pero además, hay que alinear esos valores individuales con los corporativos, razón por la cual nuestro empresario (Pepe) tuvo que definir previamente cuáles iban a ser y establecer una metodología para detectarlos en las entrevistas de trabajo. Esta cuestión explica muchas de las cosas que ahí se cuentan y justifica por qué la entrevista es un tanto “atípica”. Si hacemos las cosas “como se hacen siempre” y obviamos la búsqueda de valores en los aspirantes, corremos el riesgo de construir una organización heterogénea en cuanto a principios, y esa disparidad será la cuna de muchos conflictos. Si fallamos en esto u obviamos este paso, estaremos colocando unos endebles cimientos que harán que nuestro edificio se derrumbe con el tiempo. Y al igual que sucede con los edificios construidos sobre suelos de barro, cuantos más bloques pongamos encima más difícil es aguantarlos en pie.

En las organizaciones grandes (las de muchos bloques) es complicado construir una estructura homogénea en torno a unos valores: siempre habrá alguno que se “descoloque” y haya que reemplazar. Pero si usted tiene la suerte de comenzar una aventura empresarial o está en fase de desarrollo, no pase por alto la importancia de cohesionar a las personas alrededor de unos principios claramente estipulados. Los pasos a seguir son:
  1. Reflexione sobre sus propios valores vitales
  2. Defina cuáles deben estar presentes en la empresa que usted dirige
  3. Realice procesos de selección que busquen, en primer lugar, el alineamiento de los nuevos fichajes con estos valores.
Muchas de las cosas que sucedan en el futuro se explican por el éxito o acierto en esta crítica tarea, previa a otras que siempre están presentes en las entrevistas: competencias profesionales, experiencias pasadas…
Mañana seguiré profundizando en estas cuestiones con otra nueva reflexión.

Un abrazo
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3 comentarios:

  1. Sr. Romero:
    Que acertadas reflexiones, cuán útil sería la implantación de esas "operativas" en las empresas. Pero lamentablemente, y según mi opinión, creo que hoy aún estamos muy lejos de esas "estrategias" y a la hora de afrontar un proceso de selección, los responsables del mismo, continuan haciendo foco en las etiquetas y no en lo individuos.

    Gracias, y enhorabuena por el artículo.

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  2. Gracias por tus palabras y tu comentario, Juan. Es cierto que algunas de mis apreciaciones pueden ser consideradas irreales y utópicas, pero confío que poco a poco sirvan para que alguien tome conciencia de las cosas y mueva lo que esté en sus manos para cambiarlas. Por poquito que se pueda conseguir... bienvenido sea.

    Gracias por leerme y un abrazo

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  3. Juan José, gracias por tu feedback,

    ¿ Apreciaciones consideradas irreales y utópicas ?, ¿Cuántas cosas y situaciones, que hoy consideramos normales, no serían percibidas como utópicas hace algún tiempo ?
    Lo importante, como bien dices, es que vayamos tomando conciencia de que la evolución, a mejor, es posible y valoro en su justa medida la labor que algunos autores hacéis en ese sentido, invitando a la reflexión y al cuestionamiento de lo que hoy está esteblecido, y reconocido, como lo "normal".

    Siempre gracias y un saludo.

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